Togean Islands – Simple Paradise on Poya Lisa Cottages


Alle kürzlich gefassten Pläne wieder etwas mehr zu joggen mussten erst einmal ruhen, denn die Insel ist wirklich winzig, immerhin stehen neun ganz einfache Bungalows zur Verfügung… (Weiterlesen)

Tras otra larga jornada en carretera atravesando la profunda Sulawesi llegamos a Ampana con el tiempo justo para, siguiendo el consejo de otros viajeros, aprovisionarnos bien de frutas y galletas que nos ayudarían a sobrellevar mejor las próximas dos semanas en los paraísos perdidos de las islas Togean…(Continuar leyendo)



Alle kürzlich gefassten Pläne wieder etwas mehr zu joggen mussten erst einmal ruhen, denn die Insel ist wirklich winzig, immerhin stehen neun ganz einfache Bungalows zur Verfügung – unserer war besonders einfach ohne Dusche oder Toilette. Fließend Wasser gibt es natürlich auch nicht, man spült und duscht halt mit Schöpfkelle. Auf den Togeans zahlt man pro Person, denn das Essen ist inklusive, es gibt ja eh nirgendswo ein Restaurant, geschweige denn Platz dafür ;-). Aber Poyalisa bietet zwei weiße Strände mit feinstem Sand und die heißeste Lagune die ich je erlebt habe. Beim Schnorcheln schwimmt man manchmal in Wasserströmen, bei denen man das Gefühl hat sich zu verbrennen – kein Wunder dass darunter die Korallen in direkter Umgebung leiden. Die nächsten Tage sind wir ganz gemütlich angegangen, haben viel gelesen und noch mehr geschnorchelt, denn Poyalisa bietet günstige Schorchelausflüge zu umwerfend schönen Riffen an. Am ersten Tag haben wir uns noch gewundert, als der Bootskapitän alle Inseln auf dem Weg zum Schnorcheln links liegen ließ und dann irgendwann mitten im Ozean anhielt. Aber der Sprung ins Wasser ließ erkennen, dass wir uns mitten über einem Plateau befanden dass immer unter Wasser lag und an deren Rändern es steil bergab ins blaue Nichts ging. Einfach unglaublich schön, ein komplett intaktes Riff mit Massen an Fischen bei dem ein nicht enden wollender Fischschwarm in einiger Tiefe das großzügige Plateau umkreiste. Die Tage zogen dahin, das mitgebracht Obst wurde verspeist, allerdings haben uns eine Ratte, eine Fledermaus und Abermillionen von Ameisen kräftig dabei geholfen – die Sonnenuntergänge, Sonnenaufgänge und der Blick von unserem Balkon aus waren atemberaubend schön. Aber irgendwann sucht man ja doch wieder etwas Abwechslung, auch beim Essen, denn das war doch zugegebenermaßen sehr einfach und bestand meistens nur aus Fisch mit Beilagen – immer wieder Fisch zu kleiner tot frittierter Fisch. Für die Vegetarier gab es immerhin Omelette anstatt dessen, aber das dann auch jeden Tag J. Also zog es uns weiter nach Norden zur Insel Kadidiri, zum Black Marlin Dive Center, denn wir wollten den Artenreichtum der Togean Inseln auch wieder in etwas größeren Tiefen bestaunen. So haben wir also unsere Sachen gepackt und sind gemeinsam mit Micha mit einer kleinen Schaluppe in See gestochen. Der ein paar Stunden dauernde Weg unter dem Lärm des dröhnenden Motors wurde uns versüßt von einer Gruppe Delfinen.

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Tras otra larga jornada en carretera atravesando la profunda Sulawesi llegamos a Ampana con el tiempo justo para, siguiendo el consejo de otros viajeros, aprovisionarnos bien de frutas y galletas que nos ayudarían a sobrellevar mejor las próximas dos semanas en los paraísos perdidos de las islas Togean. Cargados así con más bultos de lo habitual y haciendo malabarismos en el “Ojek” (moto-taxi) nos dirigimos al puerto a primera hora de la mañana del día siguiente y poco después zarpábamos hacia las Togean en una cáscara de nuez con motor.

Michael, Erik y yo éramos los únicos turistas abordo. Nos sentamos en la cubierta del barco, disfrutando del mar en calma, del  viento y de la sensación de libertad (menospreciando la fuerza abrasadora del sol, algo de lo que los teutones se arrepentirían horas más tarde…). La silueta desdibujada de la primera de las islas del archipiélago iba cogiendo forma en el horizonte.

Nos preguntaban por nuestro destino y al responderles que nos dirigíamos a la isla Poya Lisa una sonrisa se dibujaba en sus caras. La mayoría de ellos no habría llegado más allá de Ampana en su vida, pero eso no les impedía saber valorar la belleza de sus islas y ese orgullo sano de quien ama su tierra podía leerse en sus rostros. Bordeábamos islas volcánicas e islotes cubiertos de vegetación, descubriendo según avanzábamos playas de ensueño rodeadas de cocoteros escondidas en el frondoso paisaje.

Hicimos la primera parada en un pueblecito de casas sobre pilotes de madera y el barco quedo vacío. Reanudamos la marcha y pocos minutos después empezamos a divisar nuestro tan esperado destino. Frente a las costas de la isla principal nos esperaba la isla Poya Lisa. Según nos acercábamos al extremo norte donde se encontraba el embarcadero fue cambiando la perspectiva y lo que al principio parecía ser un solo islote resultaron ser tres…tres islotes de un tamaño ridículamente pequeño.

Desembarcamos en el mayor de los tres, en frente del restaurante. El único restaurante de la isla, no hay sitio para más. Un restaurante y un resort, aunque llamarlo así es mucho decir…el “resort” se compone de nueve cabañas de madera muy simples alineadas frente a las dos playas de arena blanca de la isla la isla y otras cuatro situadas en un pequeño alto con vistas a la laguna. La nuestra era especialmente simple y no teníamos WC ni ducha (usábamos el “mandi” colectivo, la ducha-cubo 100% estilo indonesio…) Hablando así de dos playas, puede que parezca que la isla no sea tan pequeña al fin y al cabo, pero creedme, Es minúscula. Se tarda menos de 2 minutos en cruzar la isla de extremo a extremo, y menos de diez en rodearla a nado.

Como es habitual en las Togean, se paga por persona y día (no por cabaña) y las comidas están incluidas en el precio. De todas formas es el único restaurante de la isla, así que no es que tenga uno más opciones… Pero la isla ofrece todo lo que uno necesita y más: dos playas de arena blanca, una mundo marino impresionante y el agua saldada más  caliente en el que me he bañado en mi vida.

En los próximos días exploramos los arrecifes de coral que rodean los tres islotes, e hicimos un par de excursiones en barco a otros arrecifes cercanos. El primer día miramos todos incrédulos al capitán cuando paró el barco de repente , aparentemente en la mitad de la nadad, diciendo que habíamos llegado…no tuvimos más que saltar al agua para comprobar que, efectivamente, nos encontrábamos sobre una meseta de corales intactos, rodeado por una pared vertical que se hundía y perdía de vista  en las profundidades azules. Y nunca antes habíamos visto tanta vida!

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